
Antes de que concluyera la función los espectadores obligaron a los actores y al dramaturgo de 33 años a salir al escenario para recoger la atronadora ovación.
Lector infatigable, aficionado a la pintura -preferentemente a los retratos- y las tertulias literarias, Buero Vallejo es el impulsor de un teatro moderno, realista, intenso y directo, como se observa en Historia de una escalera.
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