martes, 28 de abril de 2009

"Una testigo de Jehová recibió un trasplante sin transfusiones"

Una testigo de Jehová recibió un trasplante sin transfusiones

Con una técnica realizada por primera vez en el país y en latinoamérica, le hicieron un trasplante hepático sin necesidad de recibir sangre, algo prohibido en la religión de la paciente
La mujer, de 49 años, evoluciona bien

ALBA PIOTT
Hasta hace diez días, los días de Marta eran contra reloj. Con un diagnóstico de cirrosis terminal que le traía hemorragias digestivas, insuficiencia hepática y encefalopatía, la vida de esta mujer de 49 años pendía de un hilo. Lo único que podía salvarla era un trasplante hepático. Pero ahí no terminaba todo: como Marta es testigo de Jehová se negaba a que le hicieran durante la operación transfusiones de sangre, algo prohibido en su religión.

En una operación que duró 7 horas y se hizo en el Hospital Italiano, la mujer recibió un hígado nuevo. Durante el trasplante los médicos usaron una técnica sin necesidad de transfusiones sanguíneas. Ayer, mientras Marta almorzaba en su cuarto polenta con pollo, los médicos que la operaron explicaban la intervención.

Contaron que para evitar la utilización de sangre, recurrieron a una hemodilución normovolémica intraquirúrgica. Y según ellos, es la primera vez que se hace un trasplante de este tipo —sin sangre— en el país y en latinoamérica.

"El estado de la paciente era crítico. Tenía hemorragias digestivas y hacía cinco meses que estaba en lista de espera del Incucai", empezó diciendo Eduardo de Santibañes, jefe del Programa de Trasplante Hepático del Hospital Italiano.

Si la mujer no se trasplantaba no tenía chances de vida. Pero ya le había asegurado a los médicos que, debido a sus creencias religiosas, prefería morir antes que recibir sangre. El desafío era enorme: "En una operación de este tipo, normalmente hay que transfundir hasta 70 litros", comentó de Santibañes.

Si la operación se complicaba, los médicos iban a respetar la decisión de la paciente. Y esto había sido debatido en el Comité de Etica del hospital. "El paternalismo médico se está acabando y la decisión de los pacientes hay que respetarla", remarcó el doctor Héctor Marchitelli, vicedirector del Italiano.

Según explicaron los médicos, el hígado cirrótico impide que pase la sangre de la vena porta (que trae la sangre desde los intestinos) a la vena cava. Esto hace que aumente la presión de la vena porta (hipertensión portal). Se forman circuitos alternativos por donde fluye la sangre y se producen várices esofágicas y gástricas, que derivan en un sangrado digestivo. Pero además, en un hígado con cirrosis terminal hay una insuficiente síntesis de factores de coagulación y esto aumenta el sangrado. Marta había tenido varios de estos episodios hemorrágicos.

Según detallaron los médicos, para evitar las hemorragias hasta el momento del trasplante, hace seis meses, se le hizo un "by pass" porto-sistémico intrahepático. Mediante un catéter —que bajó por una vena desde el cuello hasta el hígado— se puso un "tip" (una malla metálica de 1x10 centímetros) entre la vena porta y la suprahepática derecha. Así se logró que la paciente dejara de tener sangrados internos y mejoró un poco su estado. Gracias a esto, Marta —una mendocina casada y con un hijo— esperó cinco meses hasta que llegó el hígado que se le iba a trasplantar.

Eso ocurrió el 19 de febrero pasado. Un equipo de anestesiólogos del Hospital Italiano recurrió a técnicas de hemodilución normovulémica que permitió mantener constante la presión de la mujer y minimizar la pérdida de glóbulos rojos. Esto consistió en extraer 1.500 centímetros cúbicos de sangre de la arteria carótida (a flujo constante) y enviarlo a un dispositivo dinámico artificial, que consistía en tres bolsas estériles (similares a las que se usa para el suero), selladas y unidas entre sí, que tenían una solución anticoagulante. Y de ahí, volvía esa misma sangre al cuerpo a través de la vena periférica del brazo derecho, con flujo por goteo.

Al mismo tiempo, se le daba a la mujer 1.500 centímetros cúbicos de solución Ringer Lactato, a través de la vena periférica del brazo izquierdo, que diluye la sangre y mantiene la estabilidad del paciente.

Según el equipo médico —que se completó con Adrián Gadano, jefe de Hepatología, y Marcos Bujas, subjefe de Hemoterapia— la hemodilución permitió que en la operación se perdieran más líquidos y muy pocos glóbulos rojos. "La paciente quedó un poco anémica, por eso ahora se le están dando drogas para estimular a la médula en su producción de glóbulos rojos", explicó de Santibañes.

El paso siguiente fue la extracción del hígado enfermo y después se hizo una cirugía de campo con el nuevo: se reconstruyeron los pasos vasculares y se suturaron arterias y venas.

Cincuenta profesionales, entre médicos y paramédicos, estuvieron involucrados en esta operación. Antes, habían consultado a dos centros médicos, en Toronto y Berlín, donde se realizan este tipo de operaciones conocidas como "bloodless" (sin sangre).

"Hoy (por ayer) la paciente está muy bien. Se encuentra en un postrasplante con excelente evolución y próxima a recibir el alta médica", dijeron los médicos. Eso sería durante el fin de semana.

http://www.clarin.com/diario/2001/03/01/s-04201.htm