miércoles, 22 de abril de 2009

TEXTO DEL DIA


Mantengan abiertos los ojos y guárdense de toda suerte de codicia (Lucas 12:15)
La codicia es más que un simple deseo de poseer dinero u otras cosas, que podrian tener una utilidad y un proposito correctos. De acuerdo con varios diccionarios, se podria definir como un deseo distorsionado que se centra en bienes materiales o inmateriales, sea que pertenezcan a otra persona o no. A veces se manifiesta en un apetito insaciable de conseguir cosas por el mero hecho de tenerlas, indedendientemente de si uno las necesita o de cómo repercutirá eso en los demás. La persona codiciosa permite que el objeto deseado acapare su mente y sus acciones hasta el grado de convertirse en su dios. Ahora bien, recordemos que el apostol Pablo, equiparó la codicia a la idolatria y dijo que las personas dominadas por la avidez no heredarían el Reino de Dios. Es interesante destacar que Jesús previno contra toda suerte de codiciapor qué? Porque la codicia puede adoptar diversas formas

2 comentarios:

A.Gómez dijo...

La Biblia contiene numerosísimos ejemplos de personas que pecaron gravemente, empujadas por una forma u otra de codicia. Satanás fue el primero en codiciar algo que pertenecía a otro: la gloria, honra y autoridad que solo Jehová merece.
Eva codició el derecho a la autodeterminación; por ello, creyendo que podía ser independiente de Dios, se dejó engañar y así encaminó a la humanidad hacia el pecado y la muerte.
los demonios fueron ángeles que, descontentos con “su posición original, [...] abandonaron su propio y debido lugar de habitación” para obtener algo que no les correspondía.
O por ejemplo Balaam, Acán, Guehazí y Judas Iscariote. Como no estaban satisfechos con lo que tenían, dejaron que su insaciable deseo de bienes materiales los llevara a abusar de la confianza que se había depositado en ellos. Actuar así los condujo a la perdición.
Desde luego, fue muy apropiado que Jesús iniciara su advertencia contra la codicia diciendo: “Mantengan abiertos los ojos”. ¿Por qué? Porque a las personas les resulta muy fácil reconocer la codicia en los demás, pero raras veces la reconocen en sí mismas. El apóstol Pablo indica, de todas formas, que “el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales”. Y el discípulo Santiago señala que un deseo impropio, “cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado” .
De ahí que, siguiendo la recomendación de Jesús, debamos ‘mantener abiertos los ojos’. Ahora bien, el objetivo no es descubrir si los demás encajan en la descripción del codicioso, sino hacernos un examen de conciencia a fin de averiguar cuáles son los verdaderos deseos de nuestro corazón. De esta forma nos ‘guardaremos de toda suerte de codicia’.

Mj dijo...

Gracias ana por tu aportacion, muchas gracias, un beso enorme.